14/2/10

E no cotián... a poesía: o día como pretexto

Habitualmente utilizamos esta sección como presentación de autores, mais permitímonos hoxe utilizar o día como pretexto para falar do amor como asunto poético. Sen dúbida pode ser considerado pouco serio por algúns, mais dubidamos que outro asunto teña máis presenza na poesía que o amor, e sendo esta unha sección que inserta a poesía na vida cotiá, consideramos obrigada a referencia.
Estableceremos unha especie de diálogo literario entre Pablo Neruda e Gabriela Mistral, autores chilenos ambos, que recibiron o premio Nobel de literatura. Tivemos ocasión de presentar a poesía do primeiro xa neste blog con anterioridade. De Gabriela Mistral diremos que foi o primeiro premio Nobel de literatura que chegou a América Latina. Pablo Neruda e Gabriela Mistral coñecéronse nos anos 20 do século pasado e Pablo Neruda afirma que foi Gabriela Mistral quen lle fixo ler os autores rusos que influiron na súa obra.


Aqui te amo...

Aquí te amo.

En los oscuros pinos se desenreda el viento.

Fosforece la luna sobre las aguas errantes.

Andan días iguales persiguiéndose.


Se desciñe la niebla en danzantes figuras.

Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.

A veces una vela. Altas, altas estrellas.


O la cruz negra de un barco.

Solo.

A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.

Suena, resuena el mar lejano.

Este es un puerto.

Aquí te amo.


Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.

Te estoy amando aún entre estas frías cosas.

A veces van mis besos en esos barcos graves,

que corren por el mar hacia donde no llegan.


Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.

Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.

Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.

Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.


Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.

Pero la noche llega y comienza a cantarme.

La luna hace girar su rodaje de sueño.


Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.

Y como yo te amo, los pinos en el viento,

quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.



Vergüenza

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa

como la hierba a que bajó el rocío,

y desconocerán mi faz gloriosa

las altas cañas cuando baje al río.


Tengo vergüenza de mi boca triste,

de mi voz rota y mis rodillas rudas;

ahora que me miraste y que viniste,

me encontré pobre y me palpé desnuda.


Ninguna piedra en el camino hallaste

más desnuda de luz en la alborada

que esta mujer a la que levantaste,

porque oíste su canto, la mirada.


Yo callaré para que no conozcan

mi dicha los que pasan por el llano,

en el fulgor que da a mi frente tosca

en la tremolación que hay en mi mano...


Es noche y baja a la hierba el rocío;

mírame largo y habla con ternura,

¡que ya mañana al descender al río

lo que besaste llevará hermosura!

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